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![]() Dramaturgo
Con José Trinidad Reyes, "el Padre Reyes", se inició el teatro no sólo en Honduras sino que también en Centroamérica. Fue creador de piezas dramáticas de tema navideño a las cuales bautizó con el nombre de "Pastorelas". Estas, en la versión original, se perdieron. Rómulo E. Durón, a fines del siglo XIX, recogió copias manuscritas. Comparando versiones, fijó los textos de Noemí, Micol (1838), Neftalia (1840), Zelfa, Rubenia, Elisa, Albano y Olimpia y las publicó con el nombre de Pastorelas (1905). También alude a "Floro" o "La pastorela del diablo", que casi no parece del Padre Reyes, tan defectuosa es la única copia que de ella se conserva. [ R. E. Durón. "Prólogo". Las pastorelas del Padre Reyes, s. l., s.e., 1905, p. xxiv. Trabajo con la editio princeps a la que le faltan los datos consignados.]. Asimismo, escribió piezas dramáticas de corta dimensión como La adoración de los Santos Reyes, Diálogos y El Niño Dios perdido y hallado en el templo, disputando con los Doctores. Esta última no fue publicada por R. Durón porque todavía trabajaba en su restauración. Cariz dramático poseen, también, dos textos muy breves, Los animales y El testador. El trabajo de José Trinidad Reyes continúa una línea sumamente fecunda de la literatura occidental que se inicia con la poesía bucólica grecolatina (Teócrito y Virgilio); pasa por las manifestaciones más antiguas de la dramaturgia castellana ("Auto de los Reyes Magos", segunda mitad del siglo XIII); transita por las etapas renacentista (novela pastoril, églogas de Garcilaso de la Vega) y barroca (Los pastores de Belén de Lope de Vega), hasta llegar a la riqueza popular del teatro de evangelización que, en América, surgió con inusitada fuerza y en el cual las representaciones de tema navideño ocuparon un lugar destacado. [ Rafael Heliodoro Valle, citando al historiador del teatro mexicano Armando de María Campos, dice que Lucas Fernández (1474-1542) fue el autor que por primera vez sacó al teatro a los personajes clásicos de las pastorelas, género que llegó a ser tan mexicano, que ahora 'pastorela' y 'teatro popular religioso mexicano' vienen a ser la misma cosa. Además, ofrece un exhaustivo detalle de representaciones teatrales y publicaciones de tema navideño que se conocieron en México desde 1533 hasta 1947. "Las pastorelas de José Trinidad Reyes", en: José Trinidad Reyes. Rubenia Olimpia. Tegucigalpa: Secretaria de Cultura y las Artes, 1996, pp.18-19; 33-36. ]. Dicha práctica rebasó las etapas iniciales de la conquista, se mantuvo a lo largo del período colonial y llegó hasta bien avanzado el siglo XX. [ En la década de los cincuenta, presencié algunas pastorelas que, en Nochebuena, se escenificaban en Esquipulas, población de Guatemala ubicada en zona fronteriza con Honduras. Mi esposo, Francisco Aguilar Sosa, que nació y pasó su infancia en la capital guatemalteca, también tuvo similar experiencia.]. José Trinidad Reyes vivió en León, Nicaragua, y también en la ciudad de Guatemala. Sin lugar a dudas, conoció algunos hitos de esa tradición literaria, recogió el tema y, con el sello de su fuerte personalidad, elaboró un conjunto de obras a las cuales dio el nombre de "Pastorelas", término que intelectuales como Ramón Rosa objetaron. Gracias a ellas, el sacerdote se convirtió en la piedra fundacional del teatro en Centroamérica. |
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Según Rómulo E. Durón, el texto más antiguo es el de Noemí. En este, varias pastoras se aprestan a descansar después de un arduo día de trabajo. Durante la plática, recuerdan a una tía que, a orillas del lago de Genezareth, en sus cantos, anhelaba la llegada del Mesías. Ellas comparten ese sentimiento y entonan la misma canción. Entonces aparece un ángel, les anuncia que el Mesías ha nacido y las exhorta a conocerlo. Alborozadas, comunican la buena nueva a otros pastores y se dirigen a Belén. Al llegar, festejan al niño con sencillos presentes (cantos, ramas de trigo, un racimo de uvas...). En Micol, la pastora de este nombre invita a sus amigos a una fiesta. Estos ignoran la causa del festejo. Ella les cuenta que, la noche anterior, leía la Biblia al azar y las páginas coincidían en los pasajes mesiánicos. Al dormirse, soñó con un jardín delicioso en el cual había un templo; allí vio a una joven con un hermoso niño en los brazos. Todos interpretan el sueño como anuncio del cumplimiento inminente de las profecías. Celebrándolo están cuando llega Laura con la buena noticia de que el Mesías había nacido y ha sido visitado por otros pastores. Los invita a concurrir a Belén. El grupo parte alegremente. En humilde establo encuentran al niño y a sus padres y le ofrendan sus respectivos regalos. En Neftalia, la pastora que da nombre al texto convida a sus amigos a celebrar su cumpleaños. Cuando cantan y bailan, aparece un ángel que anuncia el nacimiento de Cristo. Con alegría se dirigen a Belén en donde le ofrecen regalos. En Zelfa, esta convoca a sus amigos a su cabaña indicándoles que les ha preparado una sorpresa. Al llegar, informa que ha nacido Jesús. La noche anterior -les dice- se preparaba para dormir cuando escuchó cantos celestiales que glorificaban a Dios. Al día siguiente, Isacar le comunicó que, durante la noche, a él y a otros pastores que cuidaban el ganado, un ángel les anunció el nacimiento de Cristo a quien visitaron en un sencillo portal. La conmina a que, junto con sus amigos, también lo conozca. Estos parten inmediatamente y, al llegar a Belén, le regalan pequeños obsequios. En Rubenia, José y María llegan a Belén. Por su sencilla apariencia y su falta de dinero, no encuentran albergue. Con profundo dolor, ya que María se encuentra a punto de dar a luz, José busca refugio en una gruta cercana a la ciudad. Mientras tanto, Susana ha invitado a sus amigos a una velada en la que habrá un certamen literario entre Rubenia y Dalmira. Ellas forman parte de un grupo de pastoras que recibe lecciones de canto, danza y versificación por parte de Apolo, pastor poeta empeñado en hacer de esas montañas otra Arcadia (p.192). Ambas llevan las composiciones exigidas; además, improvisan. Tan buena es una como la otra y, por ello, reciben una corona y una medalla. Apolo dice que él otorgará el mejor premio: la noticia del nacimiento del Mesías. Con gran alborozo, parten hacia Belén. Al llegar, además de sus cantos y felicitaciones, dan al recién nacido simbólicos presentes: entre otros, los premios ganados durante el certamen. Apolo ofrece su lira. En Elisa, la pastora de este nombre invita a sus compañeros a celebrar su natalicio. Durante el convivio, aparece Medea. Cuenta que, en Belén, vio a un matrimonio singular. La esposa estaba embarazada y el parto parecía inminente. Se sintió conmovida por su belleza y por la indiferencia de las gentes que les negaron posada. Cuando llega Labán, comunica que un ángel les anunció el nacimiento del hijo de Jehová y los invitó a conocerlo en Belén. Medea deduce que la joven que la impresionó ha de ser la madre del recién nacido. Los pastores se dirigen al lugar indicado. En el portal, entre cantos, promesas de amor y fidelidad, agasajan al niño con sencillos pero sentidos obsequios. En Albano, Luceria e Ircano han preparado una fiesta para celebrar el buen rendimiento de su hacienda. Cuando los pastores disfrutan del agradable jolgorio, reciben el aviso de presentarse en Belén para acatar el empadronamiento ordenado por el emperador romano. Coincidentemente, al llegar otros amigos, se enteran de que, en Belén, había nacido el Mesías. Parten en su búsqueda. Lo encuentran junto a sus padres y le ofrendan su cariño y sus humildes regalos. En Olimpia, en casa de esta, se le dará la bienvenida después de un viaje a Hebrón, en donde asistió al parto de Isabel, anciana que la había criado. Pero, más que celebrar su regreso, Olimpia desea contarles a sus amigos que allí presenció un hecho extraordinario: una hermosa joven llegó a visitar a Isabel que todavía no había dado a luz. Esta la alabó como futura madre del salvador de Israel. Ella respondió glorificando la magnificencia divina. Mientras se desarrolla la tertulia, se presenta Absalón diciendo que observó a una pareja de esposos refugiándose en una gruta cercana a Belén; le llamó la atención una intensa luz y, al penetrar, vio al recién nacido. Zerafila -estableciendo una conexión con la pastorela "Elisa"- indica que su relato coincide con lo que expresó Medea. [Como dice Durón, vistas en forma global, las Pastorelas pueden interpretarse como lo ocurrido a diferentes grupos de pastores la noche en que nació Cristo. Con gran visión por parte de Reyes, cada una desarrolla diferentes aspectos del relato bíblico.]. Entonces aparece Nicodemo e informa sobre el mensaje divino dado por el ángel la noche anterior. Todos emprenden camino hacia Belén en donde adoran al niño. |
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En las pastorelas, las piezas y situaciones clave se reiteran: los pastores; la fiesta pastoril; la presencia de la música, el canto y la danza; el aparecimiento del ángel que anuncia la buena nueva; la inclusión de un personaje de perfil iconoclasta o humorístico que aparentemente antagoniza con los demás; el viaje a Belén y la adoración del niño. En el terreno religioso no hay divergencias en el meollo de la fábula que se acomoda al patrón bíblico. Sin embargo -y este es el aspecto de sabor nuevo-, en cada texto, Reyes intercaló elementos realistas y doctrinarios que a él le interesaba destacar. Nos enfrenta, así, a una obra que se mueve en dos niveles en constante interrelación. Uno se impregna de las connotaciones idealistas propias de la poesía bucólica; el otro responde a una terrenalidad inmediata y vivencial. Esta bipolaridad se refleja en la caracterización de personajes, en los diálogos, en las situaciones. Quizá, quien mejor la ejemplifique es Bato quien, en "Noemí", relata un sueño bastante procaz pero, cuando está frente al Mesías, expresa una ternura que, aunque burda, es conmovedora. Tampoco tiene ningún empacho en tratar asuntos del Mesías y satisfacer, a la vez, su desmesurado apetito. Hay un parlamento que muestra las dos vertientes apuntadas: ¡Qué chistosa estás, Raquel! El espíritu y la materia. Lo celestial y lo terreno. El impulso que eleva y la atracción gravitacional a ras de suelo. En otras palabras, la dualidad humana que Reyes se cuidará de reflejar. En las Pastorelas destaca la importancia que Reyes asigna a la mujer. Ellas rectoran las situaciones dramáticas esenciales (organizan la fiesta, indican el momento de la partida a Belén; ordenan a los pastores lo relativo al cuidado del ganado y les encomiendan pequeñas tareas para satisfacer necesidades del grupo). [ Un detalle que subraya la importancia de las mujeres es que sólo una obra lleva nombre de varón. Además, las ocho pastorelas totalizan cuarenta personajes femeninos y diecinueve masculinos.]. Además Reyes las dotó de un rasgo que, dentro del contexto dramático, subraya su calidad perceptiva. Frente a las dudas que muestran los pastores, ellas aceptan sin reticencias los mensajes que anuncian el nacimiento del Mesías. Quizá, con ello, el autor -apartándose de la tendencia neoclásica a privilegiar la razón- establece la supremacía de los valores afectivos (El corazón me dice: esto es verdad, dice Lucila en "Rubenia", p. 258). De cara al raciocinio del hombre, es más poderosa la intuición. Al caracterizar a las pastoras, el escritor las dotó de una serie de cualidades: jóvenes, hermosas, diligentes y derrochando alegría a granel. Cantan, bailan y son amorosas entre sí. Sin embargo, aunque nunca llegan a niveles de malevolencia o inquina, algunas, de vez en cuando, profieren observaciones negativas con relación a los otros. Asimismo -detalle que no se cuestiona sino que se justifica- son muy conscientes de la importancia de los afeites y del arreglo personal. En otras palabras, las pastoras no son ángeles o seres santificados. Poseen una carnadura humana que hace de ellas personajes convincentes a nivel teatral. Las sentimos caminar sobre la tierra. Muy conscientes de sí mismas y de los demás pero jamás desentonan dentro del equilibrado mundo pastoril. Así, sólo de voces que comulgan consigo y con los demás pueden provenir versos tan sueltos y ligeros: Esta guirnalda graciosa Con agua de la fuente |
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Todo el desarrollo de las sencillas historias demuestra al alto sitial en el que Reyes -siguiendo la trayectoria pastoril- coloca a la mujer. Quizá, el reconocimiento más grande que hace de ella es dotar a las pastoras de gran capacidad intelectual: conocen el legado bíblico; discuten con soltura y propiedad, tanto entre sí como con los compañeros varones, y poseen extraordinarias dotes para el trabajo poético, tal como vemos en "Rubenia", en donde, inclusive, hay un certamen literario entre dos pastoras. Otro detalle de sumo interés es que ninguna, aun siendo soltera, depende de sus padres. [ En "Neftalia" se menciona una vez al padre de Olfania pero este anda por Mesopotamia (p.136).].No son hijas de dominio. Tampoco, en la relación con los pastores, pese a aludirse a noviazgos y bodas futuras, muestran dependencia afectiva. Se manejan con gran libertad interior. Poseen una conciencia muy despierta de sí y de sus derechos. En "Elisa", en pláticas con el pastor Arnaldo, dice Rebeca: Pues amigo, ya se trata El diagnóstico de la situación marginal de la mujer es certero. Inclusive es admirable la capacidad visionaria del sacerdote con relación al rol femenino en las sociedades del futuro. También -insertándolo en otro tema básico de antigua prosapia (la bipolaridad campo-ciudad)- Reyes hizo de las pastoras las portadoras de un mensaje educativo. Contrariamente a la superficialidad de las mujeres citadinas, ellas no viven con la obsesión de conseguir marido. En "Micol", ante las especulaciones sobre su posible casamiento, Laura replica: ¿Eso presumes, amiga? |
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En boca de mujeres encontramos ideas acertadas con relación a las condiciones del existir humano. Dictan pautas para el actuar. Cuando a José y a María les niegan albergue, frente a la tribulación de aquel, es ella quien reacciona con serenidad y entereza. [ "Rubenia" tiene como particularidad que, tanto al principio como al final, José y María participan activamente. Dialogan entre sí y también con los pastores. De los parlamentos se deduce la extraordinaria personalidad de María. Ella reconforta al atribulado José y lo insta a confiar en los designios divinos.]. En "Neftalia", encontramos un extenso parlamento en el cual Neftalia reflexiona sobre la brevedad de la vida: Huyen como las sombras Como respuesta, incidiendo en el tema clásico del carpe diem, Séfora, con mucho sentido práctico, le replica: ¿Qué la vida es muy breve? Las pastoras son sumamente sensibles a la belleza. Su gozosa mirada se deleita frente a las maravillas del entorno natural y lo externan con admiración. En esta forma, las descripciones del paisaje se convierten en piezas esenciales en la configuración del mundo bucólico, de la atmósfera pastoril sin la cual se derrumbaría todo el planteamiento dramático. Sus palabras constituyen, pues, el elemento que da vida al espacio ideal, adecuado al gran acontecimiendo divino que los pastores -testigos irrefutables del nacimiento del Mesías- certifican. Al respecto, Micol dice: ¿No véis qué sitio tan bello, Más que en el paisaje de Palestina, Reyes sigue la tradición literaria occidental que ha hecho de pastores y pastoras los habitantes de un universo idílico e incontaminado. Pero, acertadamente, le agrega su propia vivencia de las tierras americanas cuyos productos y vegetación se detectan en forma inmediata. Lo ideal y lo real: el doble parámetro que rige la construcción de las Pastorelas al cual aludimos con anterioridad. En "Micol", Aminta y Laura cantan: Torna al nido la avecilla, Feraz y espléndido es el mundo en el cual se mueven los pastores. De él extraen, por regla general, los obsequios al niño. En la última pastorela mencionada, Silvana, con ingenuidad y frescura, hace sentir la presencia -el sabor, el olor, la textura- de los productos aclimatados u originarios de América: Hermosura sin defecto, |
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Los pastores y pastoras, aunque dotados de rasgos de gran calado humano, están exentos de pecados mortales. Espiritualmente se perciben en armonía consigo mismos y también con el apacible ambiente. De ahí que sus danzas, sus cantos y sus palabras expresen alegría de vivir. Por esa misma razón, la relación interpersonal está marcada por el afecto. No extrañe, pues, el exacerbado dolor de Rubenia -de resonancias garcilasianas- por la muerte de su amiga: Mas ¡ah! ¡qué conmoción tan melancólica ¡Cuántas veces oíste ¡Cuántas veces sus plantas La vida de pastores y pastoras es de trabajo -hay varias referencias a lo arduo del quehacer cotidiano. Pero ello no altera su tranquilidad interior. El sentido de gozo con el cual viven. Los cantos de Isbela ("Olimpia") y de Dania y Luceria ("Albano") lo puntualizan: Después que sus trabajos ¡Qué feliz es el pastor Por esas razones, cuando a algún personaje lo tientan los rumores de la vida citadina, los otros, inmediatamente, esgrimen argumentos alertándolo sobre la falsedad y corrupción que las ciudades entrañan. En el planteamiento global de la obra de Reyes, lo pastoril conforma un universo único identificable con el mundo de la utopía: la mítica Arcadia, el jardín edénico en donde prevalecen el equilibrio y la felicidad. Este es el respaldo conceptual que explica los rasgos dados por Reyes tanto al paisaje como a los pastores, los personajes que tuvieron el privilegio de ser los primeros testigos del acontecimiento fundamental de la historia: el nacimiento del Cristo, el Mesías reiteradamente anunciado por los profetas. Sobre ellos se derrama la intensa luz que emana del pesebre. En otras palabras, el hijo de Yahvé, el Prometido, quizá para desautorizar moralmente a los poderosos y corruptos habitantes de la ciudad -recuérdese que estos lo rechazaron-, prefirió a los humildes y sencillos pastores, como en más de un texto se apunta. |
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Según vemos, Reyes no se quedó atrapado en el plano mítico. Tuvo buen cuidado en hacer ver que, además del ámbito pastoril, existe otro mundo paralelo, otra realidad en la que prevalecen las fuerzas del mal. Estas se encarnan en la vida urbana. En este punto, el autor recoge otra tradición de amplia trayectoria literaria: el enfrentamiento entre la vida citadina y la rural. Exalta la supuesta superioridad de esta última. En "Noemí", la pastora Raquel, frente a las lamentaciones de Ester, la reconforta diciéndole: No hay condición humana En "Neftalia", Corídon muestra un ferviente anhelo de marchar a la ciudad. Ha escuchado que allí la vida es fácil y que abundan las oportunidades de hacerse rico sin mucho esfuerzo. Isleño le replica: ¡Vaya! Que has perdido el seso, Frente a la autenticidad del campo, en la ciudad prevalecen la mentira, el fingimiento, la superficialidad. La vida inauténtica. Esto, por una razón fundamental: la riqueza, generalmente, posee un origen espurio. Ismael, en "Albano", recuerda: Díjome, pues, Sidonio: |
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Reyes previene o llama la atención sobre rasgos negativos que se acumulan tanto en el hombre como en la mujer. Por regla genereal, las observaciones carecen de un destinatario específico. No se aplican a ningún pastor o pastora en forma específica. En "Micol", durante la fiesta, en uno de los cantos, se establece una rivalidad entre el pensamiento femenino y el masculino. [ Se trata de los celebrados "Cuandos", letrillas satíricas de sabor popular a las que se les ha dado ese nombre por la palabra que el autor utiliza como estribillo. ]. Cada grupo pondera las cualidades respectivas de su género y, como contraparte, denosta las del otro: Cuando llegará este cuando En "Olimpia" se inserta otro "Cuando" con similar propósito: establecer un paralelo entre las formas de conducta negativas de ambos sexos (pp. 387-388). Coincidiendo con esa visión descarnada del hombre y de la mujer, en varias oportunidades, se adversa el matrimonio. En "Olimpia" y en "Elisa", respectivamente, Absalón y Rebeca dicen: Es un deber hacerlo [casarse] aunque con miedo, Porque en los campos |
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En "Rubenia", el pastor Samuel representa una postura irracional y machista. Aunque aparenta cortesía, guarda una cordial ojeriza contra las mujeres. Así, después de enterarse de las inclinaciones artísticas de Rubenia y de sus amigas, exclama: ¡Quien demonios aguanta á las mujeres! En "Elisa", otro criterio antifemenino es el de Batilo (es mujer, y esto basta/ para tenérsele miedo, dice, p. 241). También, Arnaldo es portavoz de un acendrado machismo. Para lograr algunos beneficios de las mujeres (por ejemplo, obtener alimento), finge respetarlas y valorarlas pero, en su fuero interno, las rechaza. Cuando está solo, después de presenciar el entusiasmo de Rebeca antes las posibilidades futuras de las mujeres que accedan a la educación, exclama: Esto sí que es gracioso; Tanto Arnaldo como Samuel constituyen voces disidentes. Una especie de encarnación del bufón de la comedia española. Está presente en todas las pastorelas. Es la contrapartida humana que aligera la seriedad del planteamiento religioso de fondo. Además entraña un penetrante conocimiento del público. En "Noemí" lo encontramos en Bato, pastor con hambre permanente y con inalterable sentido del humor. Cuando aparece, he aquí su carta de presentación: Aunque á mí no me buscaron, |
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La importancia de Bato (y con ello se comprueba que su iconoclasia no altera su bondad esencial) se subraya con un significativo detalle: a la hora de la ofrenda, su parlamento es el más extenso y en él demuestra su ingenio al ponderar las posibilidades que tiene su regalo: un humilde costal que, de acuerdo con las circunstancias futuras en la vida del niño, se pueda adaptar a diversos usos: Si fuere rico, el costal que le sirva de talego, Sin lugar a dudas, Reyes respondió a un espíritu popular. Por ello, aún tratando un tema sacro, no tuvo ningún escrúpulo (detalle que subraya su disidencia respecto a las estrictas normas del neoclasicismo) en incluir escenas humorísticas. Incluso, de la mejor estirpe rabelesiana. Nabal, en "Nicol", con la incorporación de regionalismos, exclama: ¡Qué cachaza! |
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El padre Reyes toda su vida enarboló una decida vocación docente, clarificadora del entorno. Muchas observaciones de los pastores llevan implícita una crítica a las condiciones sociales. En "Albano" alude a los pocos beneficios económicos que acarrea la dedicación a las letras. En "Elisa", Betilo, hablando con Medea, subraya el meollo del problema social: A los plebeyos y pobres/ Se nos trata como á bestias (p. 256) y, cuando Arnaldo confiesa la dificultad que tiene para obtener huesos humanos (desea ser médico y precisa estudiarlos), de nuevo vuelva a la carga: Como sólo has de curar El mismo objetivo de crítica poseen las consideraciones sobre las condiciones educativas. "Olimpia" alude a que muchos se preocupan de que no falten tabernas Sin tomar empeño alguno/ Por que allí escuelas se instalen,/ Donde se enseñe a los niños/ El a, b, c, ciencias y artes (p. 365). En "Elisa", Arnaldo sabe lo fácil que es obtener un título: Quien quita que yo también, Reyes no desdeñó, incluso, la incorporación del tema político. En la primera escena del acto primero de "Albano" (pp. 269-276), Ismael sostiene una larga perorata en la que se refiere a personajes y acontecimientos destacados del engranaje político. Así, tras un pseudónimo -casi un anagrama-, adversa a Francisco Morazán. |
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Otra faceta importante de las Pastorelas -nueva ruptura de los cánones neoclásicos- es el acopio de elementos populares de la región centroamericana. Especialmente en aspectos lingüísticos (Que a comer y rascar dice el adagio/ Basta que se comience, p. 217) y costumbres alimenticias. En "Micol", Nabal indica que desea estudiar medicina ya que ello le reporta muchas ventajas: Todos los días visito, La inserción de refranes no es forzada. Surgen con la naturalidad con que el hombre de pueblo los inserta en su plática. Así, en "Zelfa" cuando Mateo ofrece su presente, dice: Pues conozco la afición Algunos críticos cuestionan la caracterización de los pastores o el tratamiento de la realidad que hace Reyes. Se objeta, por ejemplo, el alto nivel intelectual que aquellos muestran (hacen versos, poseen una vasta cultura bíblica; conocen la mitología clásica, profieren expresiones en latín; saben lo que es un silogismo; el léxico es refinado...). Al respecto, se olvida un hecho fundamental al cual ya nos referimos: Reyes construye sus textos teniendo como basamento un código artístico en donde las reglas del juego están dadas de antemano. Nos referimos a la tradición pastoril que, viniendo desde la cultura grecolatina y pasando por la gran eclosión de la novela pastoril renacentista, adoptó una visión de la vida totalmente idealizada que, por cierto, en Reyes, no es escapista. Responde a una conceptualización neoplatónica de equilibrio y armonía, trasunto de la que -se sabe- reina en las esferas celestiales. Ni el paisaje, ni los pastores, ni las relaciones que entre ellos se establecen, podían, pues, responder a un esquema realista. Este se ofrece de refilón: Reyes -aprovechando la coyuntura que los pastores le ofrecían- se las ingenió para dejar traslucir aspectos vitales del entorno natural y social. Sobre este último punto, inclusive, sus dardos fueron acres y, las más de las veces, oportunos: funcionarios corruptos, estudiantes sin interés por el estudio, motivaciones espurias en la elección de pareja, fisuras en la institución matrimonial, vanidades y superficialidad femenina... fueron objeto de sus punzantes comentarios. No fue Reyes un intelectual desinformado ni un dramaturgo mediocre. Supo sacar partido de las limitantes que el tema bíblico le imponía. Y aunque hay versos de pobre factura, la versificación ostenta fluidez. Como lo demuestran los puntos señalados y los fragmentos presentados, la riqueza de los textos es múltiple: variedad métrica que rompe la monotonía expresiva; historias coherentes en donde las distintas piezas encajan perfectamente entre sí; equilibrio y balance entre las escenas dialogadas y las cantadas; vivacidad en los diálogos; ponderada utilización del recurso humorístico y exaltación de valores bíblicos o humanos. Entre estos últimos: el alto concepto de la amistad y el compañerismo (nadie se tiene envidia/ y todas nos amamos, dice Noemí, p. 10); la alegría permanente; el saber disfrutar de los goces sanos que el medio ofrece (el vino es parte inseparable de los deleites de la mesa y nunca falta en las celebraciones familiares); la búsqueda de la esencia y no del fenómeno (Es engaño juzgar por los vestidos;/ Muchas veces encubren mil defectos; Porque hermosura sin virtud ni juicio/ Sólo es un oropel que yo no aprecio, p. 324, 333); el ejercicio de la caridad y la preocupación por el prójimo que está en desventaja económica (p. 296); el amor a diferentes expresiones artísticas (la poesía, el canto, la danza y la música) y -en contraposición a la inautenticidad de la vida citadina- ponderación de las virtudes implícitas en la vida rural. |
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Con relación a las obras menores de José Trinidad Reyes, la "Adoración de los Santos Reyes" se acomoda a la tradición cristiana en los nombres (Melchor, Gaspar y Baltasar), en las circunstancias (estrella que los guía, encuentro con Herodes...), en sus atributos (reyes de inmensa riqueza, sabios, astrólogos...) y en los presentes que ofrecen al niño (oro, incienso y mirra). Un recurso teatral de gran efecto es que Reyes los presenta montados en briosos corceles. De la presentación de Baltasar ante el Mesías, un fragmento: ¡Rey de Reyes, supremo! "Los diálogos" -en número de cinco- son muy breves. En "Gila y el sordo", la joven Gila, con gran alegría, llega donde el tío Pantaleón para comunicarle la grata nueva del nacimiento del Mesías. Aquel, a causa de su sordera, tergiversa todo lo que ella dice y de esa circunstancia surge el elemento humorístico: Gila Pantaleón Gila Pantaleón En "Gila y Pascual", este le encarga a ella que vigile la puerta del portal de Belén. Sólo debe abrirla a quienes lleguen a adorar al Mesías (los pastores). La ha de cerrar los que se acerquen sólo por curiosidad (hombres elegantes, licenciados, bachilleres, estudiantes, zapateros, sastres, pulperos, trucheras, placeras, músicos y padres): Gila Pascual En "El ciego y el hijo", el primero desea ir a Belén aunque sea para oír el llanto del recién nacido; el hijo reniega. Sin embargo, lo conduce hasta el portal y describe lo que ve; aquel, aunque no ve, demuestra más conocimiento del mundo que su hijo quien, al final, admira la belleza del niño. El texto finaliza con amorosas coplas que se le dedican. En el "Villancico de las plazas", una voz, que se identifica diciendo que vive en la plaza, le ofrece al niño varias comidas. Contrariamente a lo que le ofrecieron los pastores, el dice: Para sopas te traigo/ Tus tortillitas. Si los Reyes Magos ofrecieron mirra, él dará dulces torrejas/ de miel de rapadura. Cada vez, una voz burlona va objetando los regalos: -Ja! ja! ja! ja! |
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Para finalizar, ofrece todo lo que tiene: hasta los canastos y las bateas. El contrincante admite, por fin, que el primero quedó bien. Ambos terminan adorando al infante. En "Las mentiras", un carpintero, un comerciante y una cocinera ofrecen sus servicios al niño Jesús: hacerle una cuna; traerle alguna cosa de París; cocinarle una comida especial. A cada ofrecimiento, una voz alerta al niño sobre las intenciones espurias de tales personas. "Los animales" posee un cierto sabor infantil. Varios animales, cuando Jesús nace, presentan su saludo al recién nacido. Cada uno -en parlamento que intercala la respectiva onomatopeya- le rinde tributo. Dice el asno: Al Niño peregrino/ Le ofrece este pollino/ Servirle con afán... y... ha!.../ Y en sus largos caminos/ Sus ancas le traerán/ Y... han... y ...han... y...han! (Cult, p. 28) En "Testamento", el Testador decide redactar las disposiciones de su última voluntad y dejarle sus bienes al Niño. Cuando menciona algo valioso, Bedel -en forma voraz y aprovechada- le va sugiriendo que se lo deje a él. A los pobres o al Niño -dice- les puede dejar las deudas o los libros. Un trabajo irónico para criticar la desmedida ambición y el afán de riqueza. Los textos anteriores, dentro de la mística católica cristiana, son solventes. Artísticamente, constituyen piezas dinámicas. Completan la labor dramática de José Trinidad Reyes, pionero de la dramaturgia centroamericana. |
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Con relación al trabajo dramático de José Trinidad Reyes, hay opiniones adversas. Esos juicios, a mi entender, no le hacen justicia al mérito de sus textos que, acoplándose al dictado bíblico y adecuándose a los parámetros estéticos de su época y circunstancia (la olvidada Tegucigalpa de la cuarta década del siglo XIX), constituyen un punto de arranque sumamente solvente de la dramaturgia en Centroamérica. Fuente: Honduras Literaria |
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